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LA SINTAXIS Y EL AJEDREZ

La famosa ciega y sordomuda estadounidense Helen Keller consideraba que su verdadero nacimiento había ocurrido el día en que tomó conocimiento, por primera vez, de una lengua. Una lengua de signos que se le deletreaba en la palma de la mano. Este acontecimiento tuvo lugar a la edad de siete años. Ella recordaba vagamente y de manera incompleta sus experiencias de vida anteriores a ese momento. Gracias al lenguaje pudo incorporarse velozmente a un mundo complejo y tuvo la posibilidad de recordar, imaginar y compartir. El desarrollo del lenguaje le permitió un pensamiento más flexible, orientado a la planificación, la hipotetización y la abstracción.

Fernando Avedaño y María Luisa Miretti.

Los seres humanos empleamos constantemente la lengua sin darnos cuenta de lo valiosa que es. El lenguaje es una herramienta básica, vital y de uso tan sumamente cotidiano que casi nadie se para a meditar en su complejidad, en su esencia, ni siquiera en su enorme poder.

La frecuencia con la que las sociedades actuales se cuestionan el porqué de la enseñanza de la gramática y, en especial, de la sintaxis convierten a esta pregunta en una de las más tenaces, persistentes y, en definitiva, en esencial.

La respuesta es muy sencilla, el estudio de la sintaxis sirve para pensar. «Analizar el idioma es hacer gimnasia mental para utilizarlo mejor, para escribir mejor, para expresar mejor, para comprender mejor» (Álex Grijelmo). Cada vez que me formulan esta pregunta me valgo del mismo símil, el de la sintaxis y el ajedrez; en ambos se piensa y en los dos se juega. Necesitamos conocer todas las relaciones y conexiones factibles entre las palabras de las que nos podemos servir para reproducir un discurso coherente y adecuado, así como considerar el uso que damos al lenguaje. Es imprescindible razonar sobre el proceso de creación de un mensaje bien construido. No es lo mismo decir «haz las cosas interesantes» que «haz interesantes las cosas»; «me gusta lo que tengo» que «tengo lo que me gusta », o «compró caro el coche» que «compró el coche caro», dado que en la primera te están engañando y en la segunda eres una persona adinerada.

Cuando se reflexiona -se piensa– sobre el lenguaje y sus usos, sobre sus posibles combinaciones, aprendemos a expresarnos adecuadamente. No todo el mundo podría explicar gramaticalmente el sentido que proyecta a sus propias palabras –aunque sea totalmente acertado- porque, en una sociedad dominada por la prisa, no nos detenemos a recapacitar sobre cómo construimos nuestros mensajes. Asimismo, quienes reflexionen sobre los diversos movimientos de las fichas del ajedrez y, a la vez, sepan anticiparse a los movimientos del contrario conseguirán ganar el juego.

Ahora bien, ¿cómo aprendo la gramática del ajedrez? Jugando al ajedrez (Luis Jaime Cisneros). En definitiva, todo hablante –independientemente del código (lingüístico o no) que emplee- presenta un fuerte vínculo con la lengua: usarla de forma idónea. Para ello, resulta indispensable desarrollar esa capacidad lógica y de pensamiento que conlleva el aprendizaje de la gramática en general, con el fin de utilizar nuestro idioma de forma apropiada y lo más oportuna posible a cada situación comunicativa.

Carolina Arredondo Ruiz