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CUARESMA 2019

¿A qué nos recuerda la Cuaresma: fin del carnaval, época de penitencia, tiempo previo a las procesiones de nuestra Semana Santa, a la cercanía de las vacaciones? Es muy fácil caer en la rutina cuando celebramos un ciclo litúrgico anual de acontecimientos, como si ya lo conociéramos todo, como si año tras año fuera igual. En cambio, sabemos que hay alguien que «hace nuevas todas las cosas» (cfr. Ap 21,5) ¿Y si fuera posible vivir de una forma nueva y eficaz?

El papa Francisco nos invita a reflexionar sobre dos afirmaciones que sostienen de manera segura y cierta nuestra cuaresma.

En primer lugar, acerca de la fuerza destructiva del pecado. Tenemos una inercia desviada a identificar en el pecado con una norma, con una ley que justifica nuestras acciones, una luz roja o verde que se ilumina sobre nuestras palabras, pensamientos y acciones. Pero, ¿es solo esto? En el momento en el que nos sentimos humillados por el pecado, nos damos cuenta de su poder demoledor. ¡Con qué fuerza rompe nuestra dignidad y quebranta nuestra alegría, nuestras relaciones, nuestra intimidad, nuestra filiación, nuestra vocación…! ¡Y qué destructivos los inocentes “pecadillos” que van corroyendo rutinariamente nuestro tesoro!

En segundo lugar, sobre el valor del arrepentimiento y del perdón. Si el pecado rompe, el perdón restaura y le devuelve una nueva dignidad a lo dañado. «Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia» (Rm 5, 20). En efecto, podemos decir: «esto era tan valioso que no lo puedo soportar roto, ¿cómo voy a arreglarlo?». Ante el perdón, la soberbia sacude cada uno de los huesos del cuerpo; no obstante, todos hemos sido humanizados tras la experiencia del perdón. ¿Necesito pedírselo a alguien: padres, hijos, familia, amigos, profesores, alumnos, Dios?

«Al contacto con Jesús despunta la vida; lejos de Él todo es oscuridad y muerte [1]». Con Cristo el mundo camina hacia la Resurrección. Nuestras preocupaciones, intereses y aspiraciones adquieren un nuevo valor. El mundo entero camina hacia la Pascua que tendremos ocasión de celebrar en cuarenta días. Que estos días de Cuaresma sean propicios para nuestra conversión, para dejarnos transformar por Cristo con la invitación del Apóstol: «Despojaos del hombre viejo y de su anterior modo de vida» (Ef 4, 22).

«Pidamos a Dios que nos ayude a emprender un camino de verdadera conversión. Abandonemos el egoísmo, la mirada fija en nosotros mismos, y dirijámonos a la Pascua de Jesús; hagámonos prójimos de nuestros hermanos y hermanas que pasan dificultades, compartiendo con ellos nuestros bienes espirituales y materiales. Así, acogiendo en lo concreto de nuestra vida la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte, atraeremos su fuerza transformadora también sobre la creación [2]».

 

[1] Mensaje de san Juan Pablo II a los jóvenes chilenos (1986).

[2] Mensaje del papa Francisco para la Cuaresma de 2019.

 

Equipo de Evangelización