«Hago nuevas todas las cosas»
¡Comenzamos el curso! Esta afirmación provoca con frecuencia reacciones muy diversas: unos sienten nostalgia por el verano que se despide; otros se ven invadidos por el nerviosismo ante nueve meses inciertos; muchos, en cambio, lo esperan anhelantes, deseosos de nuevas experiencias.
Podríamos entender este comienzo como algo que se repite, como parte de un ciclo mecánico que volverá a suceder en 366 días. Pero no es así. Hay algo en cada ciclo escolar que lo eleva por encima del anterior. «Mira, hago nuevas todas las cosas» (Ap 21, 5) escribía san Juan en el Apocalipsis. Para el que está enamorado, lo rutinario se convierte en diferente, novedoso. Los que caminamos tras los pasos de Jesús y los que concebimos el trabajo y el estudio como una vocación, sabemos que nuestra tarea no es una carga repetitiva, sino el lugar donde poder aumentar nuestra caridad, ensanchar el corazón, fortalecer los lazos con los compañeros, brillar y, sobre todo, transformar el mundo en lugar más humano.
En nuestra mochila transportamos los errores cometidos y lo que la experiencia nos enseñó, los aciertos en los que vamos a seguir trabajando, la creatividad de funcionar de manera diferente, el desafío de enfrentarse a un tiempo nuevo lleno de vivencias, aprendizaje y maduración. El sendero del curso anterior nos lleva a ser mejores caminantes y, como ya dijimos en alguna otra ocasión, tenemos la certeza de que lo importante no radica en el destino, sino en el camino.
Por eso, pongámonos las botas con alegría, porque la aventura que emprendemos es apasionante. No estamos solos, somos muchos amigos y nos acompaña el mejor guía, ¡la mejor luz! Que la protección de María Santísima, Virgen de Gracia, nos ayude.
¡Feliz inicio de curso!
Juan Antonio Leyva Martínez