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¿TIENES LUZ PROPIA?

“Hablamos de individuos con una gran falta de valores, que no tienen ni referente ni remitente, que buscan el placer sexual inmediato sin la más mínima afectividad, con una atronadora ausencia de modelos de identidad… Ellos no han llegado hasta aquí por casualidad, son la consecuencia de una cierta parte de los jóvenes perdidos, desorientados, sonámbulos de criterios, que producen pena, bochorno e irritación”.

Enrique Rojas. Psicología de «La Manada». La tercera de ABC, 5 de mayo de 2018.

 

Comenzamos un nuevo curso con la mirada puesta en nuestros alumnos. Ellos son la razón de ser de un colegio, lo son para todos nosotros, padres y profesores, y debieran serlo para cualquier sistema educativo.

Año tras año podemos constatar el deterioro, la ruina y el abandono de las bases y principios educativos.

Bien es verdad que no toda la juventud carece de fundamentos morales. Conocemos grupos de jóvenes con valores, centrados, que van descubriendo el sentido de su vida en todos los campos de la existencia, dentro de esta sociedad tan compleja del siglo XXI, en la que todo vale y se permite todo. Una sociedad en la cual el valor absoluto es la libertad sin límites, sin la mínima preocupación por los deberes que entrañan los derechos y con una conciencia de que todo está permitido cuando se trata del goce personal y el disfrute de los sentidos.

Este relativismo y esta permisividad, orquestados en ocasiones por los medios de comunicación, acaban por desorientar al joven y hacerle olvidar quién es, de dónde viene y adónde va; es decir, acaban deshumanizándole.

Nuestra tarea de educadores cristianos no es nada fácil; nunca lo ha sido, porque educar es “convertir a alguien en persona”, “seducir con los valores que no pasan de moda”, en palabras del Catedrático E. Rojas, y para llevar a cabo esta labor es necesario remar contra corriente en las aguas agitadas del mundo que nos toca vivir.

Sin embargo, nuestra mirada de fe nos hace optimistas para continuar con alegría la misión de ser LUZ en medio de las tinieblas. Guiados por el lema de este curso, “con luz propia para brillar”, estamos dispuestos a iluminar la noche. Pero es necesario cuidarse de los que quieren apagarla, pues quien posee luz propia incomoda a los que están en la oscuridad.

Para brillar con luz propia no hace falta apagar la luz de los demás, al contrario; cada luz tiene su brillo especial y todas contribuyen a crear una atmósfera mágica, atractiva, deslumbrante. Es lo que pretendemos entre todos, padres y profesores, y es lo que se espera de nosotros.

“Vosotros sois la luz del mundo” Mt 5, 13-16

Mª Pilar Seoane Sánchez

Directora